viernes, 11 de septiembre de 2009

La guerra de la comunicación en el Chile de la miseria, Comunicadores técnicos y sociales.


Por: Roberto Jara

No podemos aspirar a relaciones comunicativas efectivas que hagan de nuestra sociedad un lugar mejor si no nos proponemos como comunicadores sociales, utilizar nuestras herramientas para apoyar a los trabajadores en el proceso de la toma del poder político y económico de Chile, pues las clases dominantes, con toda su fuerza industrial y tecnológica corrompen la naturaleza humana e instauran sus relaciones de comunicación y propagan sus ideas y valores al conjunto de la sociedad de modo sistemático, masivo y centralizado.


La apariencia de la realidad social proyectada a través de leyes naturales.

Chile es un país que ordena sus fuerzas laborales, comerciales, sus pymes y sus recursos nacionales hacia las fuerzas que se disputan la hegemonía mundial, nos referimos a Norteamérica, Europa y la máquina asiática.

Chile es un país donde la gran masa productiva se desintegra en empresas pequeñas que se nutren fundamentalmente del trabajo directo con los recursos naturales además de cubrir una amplia red para echar a andar el comercio a gran y pequeña escala.

El sueldo mínimo de los trabajadores chilenos es de $165.000, cantidad que no alcanza para satisfacer las necesidades de reproducción de clase[1], para alcanzar dicha necesidad biológica de la formación capitalista, los movimientos de dinero y transacción de mercancías operan bajo el mismo ritmo del modelo económico y el progreso de proyectos productivos, es decir, el endeudamiento es el motor fundamental para la sobrevivencia de los trabajadores de nuestro país.

La anatomía social desde la óptica económico arquitectónica se compone de grandes ciudades donde se reúnen los bancos y los puestos de mando de la burguesía nacional y las fuerzas extranjeras, encarnadas en un pantano comercial monopolizado por el retail, y rodeado de una leve zona industrial, centro urbano que en sus periferias cobija inacabables barrios obreros donde las horas diarias que sobran después de vender la fuerza de trabajo son gastadas en breves momentos de descanso acompañados de bombardeos directos de propaganda liberal.

Los barrios obreros se entrelazan con la masa sobrante de la producción social que, movida por la anarquía de la producción desecha grandes capas de gentes que marginadas del sistema social tienden inevitablemente hacia a la delincuencia.

Una mayoría nacional que cada cuatro años escoge a sus representantes, todos militantes de partidos burgueses, que en el parlamento y en los grandes palacios debaten acerca de la legalidad Chilena. Pero la actividad política burguesa no se limita a las grandes contiendas electorales para representar determinados puntos de vista de las clases dominantes y sus variadas tendencias.

Las dirigencias sindicales están empapadas de el mismo pensamiento que hace reverencia a la acumulación de capital de una clase que al parecer tiene muchas más cosas distintas que comunes con esa gran mayoría nacional.

El sueldo mínimo se pacta entre la clase política y cúpulas sindicales que mendigan envés de mostrarles a sus trabajadores la naturaleza de la formación social como un cuerpo desnudo donde la clase pueda conocer sus fortalezas y sus lados flacos, puedan decidir de que manera emprender luchas económicas y que fundamentalmente puedan ordenarse como una gran fuerza transformadora y revolucionaria.

Una fuerza que reconozca que toda la riqueza existente es obra de ellos, que toda la ganancia acumulada es producto del sueldo que no se les paga, que toda la miseria que les rodea y compone es producto del orden de nuestra sociedad, que vista desde lejos no es más que una gran relación entre muchas clases sociales dispuestas de tal manera que todo el proceso de producción social, de transformación de la naturaleza, esté destinado a que un puñado de hombres acumulen lo que muchos otros producen, con el fin de ejercer poder, poseer comodidades, vanguardia tecnológica, de vestuario, una mesa abundante, una educación exclusiva y todos los vicios caros que ni siquiera pueden llegar a imaginarse los cerebros de los hombres de las grandes mayorías que no acumulan nada, que no disfrutan nada, al contrario, que sólo entregan.

Este estado actual de la formación económico social tiene una historia, ha dejado un surco manchado con sangre y aparte de tener un presente, que encarna la juventud (como índice etáreo que encarna la actualidad del momento histórico), tiene también proyecciones fundamentadas en primer lugar, en que las relaciones establecen los hombres hoy en día para producir se mantengan.

Estas relaciones incorporan el destino escolar de las diferentes clases, es decir, si un grupo muy reducido asiste a colegios exclusivos donde la exigencia académica potencia las habilidades de la infancia “con suerte”, una gran masa juvenil recibe una instrucción igual de burguesa pero 50 veces más mísera. Los liceos comerciales, industriales donde los jóvenes son adiestrados para ser los futuros empleados de Chile o de los colegios subvencionados que en su gran mayoría no son más que pequeñas empresas donde la rigurosidad científica o filosófica nunca estuvo en las prioridades institucionales

O relaciones donde un trabajador se endeuda para comprar una mercancía que fabrica un sujeto de su misma clase, pero que sin embargo no recibe en lo absoluto parte de ese dinero, de ese salario que le es robado a este otro trabajador con los precios que hacen de la paga de Chile un chiste de mal gusto.

Y así, podriamos recorrer ochocientos millones de situaciones donde estas relaciones burguesas que asfixian a los trabajadores y pobres de nuestro país se encarnan en comerciales de tv, la anatomía de las carreteras, libros escolares, programas de entretención y de educación, sistemas de salud, cantinas y reguetones acompañados de alcoholismo y violencia por un lado, y discos de música electrónica en Reñaca o providencia por otro lado, las cárceles, los rostros gastados de los usuarios del transporte público y todo el simbolísmo burgués en la propaganda y publicidad masiva.

El modo de producción capitalista y todo el sistema social que se encarna en el, no ha sido eterno, ha sido fruto de grandes guerras y revoluciones encabezadas por vanguardias ilustradas, han sido victorias luego de siglos de combates económicos y sociales contra el regimen feudal que hace siglos ya impuso de manera primitiva la misma máquina que hoy es, pero en un nivel superior.

Las clases hegemónicas entonces, por medio de su propaganda y por medio de todas las relaciones sociales que dominan, imponen sistemáticamente la idea de que la actual formación social es un “estado natural de las cosas” que se mueve y progresa para producir mercancías y medios de producción cada vez mas vanguardistas.

Que la desigualdad social es un fenómeno natural e inevitable en la humanidad desde siempre y para siempre. Los objetivos y metas sociales los imponen doctos académicos, audaces empresarios y firmes clases políticas. El sistema educacional se encarga de reproducir esta ideología, este modo de interpretar y ser en el mundo a la vez que educa a la población respecto de los requerimientos técnicos para la reproducción del sistema actual.

La primera idea fuerza que las clases dominantes deben comunicar y asegurarse de que se haga carne en la sociedad es que las leyes sociales que dibujan los planos de la forma y sustancia del Chile actual, son leyes naturales e imposibles de romper.

La compleja relación entre clases y fuerzas económicas y políticas que hacen de Chile una sociedad viva, depende del grado de influencia que ejercen estos distintos sectores económicos en las más amplias capas de la vida social.

La primera década del nuevo siglo ha arrojado sobre nuestros escritorios un gráfico que muestra como se elevan más y más las luchas obreras y populares, como aumenta la radicalidad de las protestas, como se multiplican los sectores que se manifiestan en contra de sus paupérrimas condiciones de existencia: trabajadores del salmón, del cobre, textiles, de la salud, fiscales, de gendarmería, docentes, de la agroindustria, temporeros, estudiantes secundarios, universitarios, pobladores, deudores habitacionales y la lista no se detendrá hasta que ese “estado natural de las cosas” cambie y se ponga a favor de los trabajadores y nuestro pueblo.

Este repunte combativo aún está cinscuncrito a las relaciones burguesas del conflicto. Por ejemplo, la lucha por mejores condiciones laborales es contra un patrón determinado, la lucha estudiantil es contra una ley educacional específica, la lucha habitacional en por una demanda concreta y así. Es decir, inclusive estas luchas están atravesadas por la influencia burguesa, por esta visión y resolución de conflicto.

Las luchas populares mencionadas más arriba son producto inevitable de la formación capitalista, que está cimentada sobre una base que se alimenta de la explotación, que es imposición de los unos por sobre los otros, y por lo tanto, en las distintas esferas de la vida social estallarán conflictos de las más variadas índoles, los mismos agricultores, patrones de fundo y de camiones lo han dejado claro con sus cortes de carreteras. Es decir, la lucha por si misma no es sinónimo de lucha revolucionaria, es más bien el punto de partida mediante la cual los obreros y pobres de nuestro Chile van rompiendo sus cadenas, pero que sin embargo, deben romperlas limpios de esta influencia burguesa, deben avanzar por el campo revolucionario.

Entonces, los comunicadores sociales profesionales y técnicos que estén dispuestos a transformar esta realidad injusta, que tomen posición por los pobres y explotados de nuestro país para impulsar a través de la técnica comunicativa nuevas olas revolucionarias y de cambio social, deben desarrollar también la lucha ideológica que permita esclarecer la nebulosas corrientes de pensamiento que en esencia se apegan al cambio radical del actual estado de las cosas o también se alejan diametralmente de él.

Además de informar, deben ser tribuna de propaganda de la ideología proletaria, de una visión del mundo científica y revolucionaria. Comunicación que no debe ni puede desplegarse aislada de las luchas de nuestro pueblo, puesto que en él se hallan las fuerzas mediante las cuales los medios de comunicación populares pueden hacer efectivas sus propuestas.


A mayor concentración de capital, mayor concentración y centralización de la prensa.

Una de las características fundamentales del capital, es su tendencia hacia la concentración, ya sea por grupos cada vez más poderosos, como también de la administración de sus medios de disciplinamiento social. La prensa burguesa opera del mismo modo, con centros de diseño y planificación centrales y líneas editoriales sumamente monopólicas, además de una propaganda amarillista con fuerte enraizamiento local con medios pertenecientes a los mismos monopolios pero dirigidos hacia la población chilena de modo focalizado.


La cantidad es cosa no menor, considerando que en cada hogar hay uno o más televisores y solo el mercurio imprime 150.000 ejemplares diarios durante la semana y 265.000 los domingos , lo que significa un bombardeo propagandístico sobre las mases de modo sumamente organizado e imponente, lo que presupone además una férrea estructura organizacional y una sofisticada elaboración técnica para su realización


El ritmo industrial con el que la prensa y los medios de comunicación de las clases dominantes producen y difunden sus ideas aplasta rápidamente los efectos que producen los medios marginales[2] por varios motivos.


En primer lugar, El estado, a través de su marco legal para los medios de comunicación, discrimina fuertemente a los medios populares, favoreciendo a las asociaciones burguesas de comunicación tales como la Asociación de Radiodifusoras de Chile ARCHI y la Asociación Nacional de Televisión ANATEL, estableciendo y asegurando todas las necesidades de infraestructura, financiamiento y cobertura para las grandes máquinas de propaganda burguesa.


Durante el presente año, una fuerte ola de represión hacia radios y tvs comunitarias de las regiones V, VIII y Metropolitana ha dado lugar a una crítica generalizada por parte de medios ciudadanos hacia las políticas restrictivas por parte del aparato estatal para con estos tipos de medios.


La crítica fundamental que se realiza desde las más variadas organizaciones sociales y medios de comunicación marginales hacia estas políticas es la arbitrariedad y la posición antidemocrática de estas acciones restrictivas. Sin embargo, no ponen como cuestion fundamental, la posición que el estado tiende a tomar inevitablemente en un conflicto social determinado. Es decir, se exigen mayores libertades de expresión, ampliar el carácter democrático de estas leyes pasando por alto el carácter del estado y no poniendo en la palestra el hecho de que el estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de los antagonismos de clase en el seno de nuestra sociedad, que el estado es la organización de la fuerza en beneficio de la clase económicamente dominante y por tanto, mientras exista una sociedad clasista, mientras la burguesía nacional y las hegemonías extranjeras continúen perpetuando su poder económico y mientras el trabajo asalariado, la esclavitud moderna, continúe siendo la cadena de la gran mayoría de los chilenos, las disposiciones legales siempre van a favorecer a las clases dominantes, en este caso, a los medios de comunicación dominantes.


Desarrollar una lucha contra las leyes que suprimen la libertad de acción para los medios populares es un proceso correcto, pues es una lucha necesaria que debe darse para la existencia de estos mismos, inclusive exigir igualdad de condiciones para disputar en el terreno de la comunicación la divulgación de ideas con la prensa del poder, sin embargo, esa lucha, esas denuncias, no deben darse aisladas de la lucha por la toma del poder político y económico del campo popular, puesto que es esa lucha la única vía mediante la cual pueden establecerse reales condiciones para la libertad de expresión de los medios populares.


Es preciso señalar entonces, que mientras los medios populares de comunicación no tengan una inserción real en las masas, fundamentalmente en el movimiento de masas que lucha permanentemente, las ideas divulgadas en estos medios estarán limitadas a un reducido espacio territorial, y no serán tribuna de los cambios reales que necesita nuestro pueblo.


Es decir, la difícil labor que realizan los medios de comunicación que no pertenecen a las grandes máquinas de propaganda respecto a la denuncia, a la cultura, a la crítica social no es suficiente. No basta con críticar el carácter antidemocrático de las leyes chilenas en materia de comunicación, ni tampoco establecer una tribuna de denuncias en los mas variados planos de la vida social si estas tribunas no estan ligadas a un proyecto de lucha del pueblo chileno que tenga como objetivo, la transformación de la formación económico social.


A primera vista, ese proyecto político no existe, puesto que a pesar del auge en la lucha de masas, aún se dan aisladas entre sí, no superan el techo económico, no cuestionan políticamente las demandas reivindicativas y por lo tanto no se aglutinan en un solo movimiento revolucionario que tenga la capacidad de arrebatarle el poder a las clases dominantes, esto fundamentalmente, por la ausencia de una organización de militantes de la revolución que se dediquen a tiempo completo a la revolución, que se pongan a la cabeza del movimiento de masas, sean funcionarios revolucionarios del pueblo para empujarlo hacia la conquista del poder. Nos referimos a la ausencia de un partido revolucionario que aglutine las fuerzas transformadoras y abrace de una vez y en todas partes de Chile la conciencia de las clases populares y al mismo tiempo golpee el cuerpo del capital.


Las tareas de la izquierda y del pueblo chileno son materia para un amplio debate que escapa a nuestro problema, sin embargo, “es de esperar” que mientras las luchas del pueblo se desarrollen de modo aislado y sin aspiraciones de transformación de la realidad social, los medios populares se esforzarán por cubrir los hechos y fenómenos que van ocurriendo sin capacidad de ponerse a la cabeza y ser tribuna revolucionaria.


Es aquí donde tocamos el aspecto central del tema, nos referimos a las tareas de los comunicadores sociales del mundo popular, al “que hacer” para que nuestra práctica periodística, técnica, etc. Sea una fuerza organizada para impulsar y potenciar la organización, politización y movilización de nuestro pueblo con fines revolucionarios, con aspiraciones reales de acabar con la miseria de Chile.


Las respuestas las ha ido planteando nuestro pueblo, rugiendo sigilosamente por debajo de toda la asfixia capitalista. Las luchas de los explotados no se detendrán y los sectores más decididos, más politizados, quienes empujan todo movimiento, se detendrán en su caminar para decirle a los comunicadores sociales ¡¿y ustedes, donde han estado todo este tiempo?!.

La respuesta a esta gran problemática va respondiéndose al calor de la lucha misma, sin embargo somos categóricos al señalar que los comunicadores sociales comprometidos con el porvenir de un Chile más digno, deben forjar su labor en dos ejes centrales: La divulgación de los hechos económicos y políticos de interés popular del modo mas profesional posible.

Entiéndase que el rating no mide el interés del campo popular. Existe una tendencia dentro de la izquierda a creer que la clase obrera y el pueblo de Chile se interesan por vanalidades tales como la farándula y el espectáculo, que no existe politización y por lo tanto la tarea es reducir ampliamente el contenido de la propaganda, sin analizar la historia de los medios de comunicación burgueses y como estos desde su existencia han impuesto dichos temas de “interés social”, sin embargo, mencionar que a los trabajadores y a nuestro pueblo no les interesa la economía, la filosofía o la historia es pasar por alto la preocupación diaria de millones de chilenos de temas tales como: llegar a fin de mes con el presupuesto salarial, la preocupación del futuro laboral, de la educación de la familia, por esquivar la delincuencia (arte), por analizar los precios de los artículos de primera necesidad en distintos puntos del mercado, por amortiguar la enajenación esquivando y detestando el trabajo. Y así podríamos enumerar un gran listado de temáticas de orden económico, cultural, artístico, filosófico, histórico o científico que si son de interés popular y nada tiene que ver con esa seudo ciencia, seudo historia o seudo economía que intentan inculcar los medios burgueses.

Por otro lado, utilizar la propaganda como medio de educación política, pues la clase obrera comenzará a desechar aquellos medios que no enseñen ciencia, filosofía o historia, pues la clase obrera y el pueblo de Chile podrán ser aún unos esclavos, sin embargo son quienes más tienen deseos de aprender para poder combatir su miseria diaria. Si no estamos ahí para ellos, si nuestro contenido no está con la carne viva, denunciando y educando científicamente para la revolución, mejor no estar.



[1] Es decir, el salario mínimo no cubre la totalidad de mercancías y servicios necesarios para asegurar en primera instancia la alimentación, vivienda, salud y educación de la familia con el objetivo de reproducir biológicamente a futuras generaciones obreras.

[2] Entiéndase por medios marginales aquellos medios de comunicación que no hacen eco de sus ideas en amplias capas del campo popular ya sea pos su artesanal infraestructura y masificación o por realizar su actividad de modo espontáneo sin un proyecto que analice la situación de las diferentes fuerzas sociales, económicas, militares, políticas, etc. Desde la óptica de la lucha de clases como guerra político social.

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